La música es un lenguaje universal, pero eso no significa que todos escuchemos con los mismos oídos ni que todos los géneros despierten amor inmediato. Algunos estilos musicales generan una mezcla de fascinación y rechazo que los convierte en verdaderos campos de batalla sonoros. Pero, ¿qué hay detrás del odio hacia ciertos géneros? En este artículo exploramos los estilos musicales más controversiales, las razones culturales y personales que los rodean, y cómo podemos abrirnos a escuchas más empáticas y enriquecedoras.
Por qué odiamos ciertos géneros musicales
Detrás del desprecio hacia un estilo musical suele haber factores como:
- Prejuicios culturales o generacionales: asociamos ciertos géneros a grupos sociales con los que no nos identificamos.
- Experiencias personales negativas: una canción que sonaba en un mal momento puede teñir todo el estilo.
- Falta de exposición o contexto: muchas veces no entendemos el género porque no conocemos su historia ni su propósito.
Los géneros musicales más criticados (y amados en secreto)
1. Reguetón
Uno de los más exitosos globalmente, también es de los más polarizantes. Se lo critica por sus letras sexualizadas y repetitividad, pero también se lo defiende como expresión cultural urbana y empoderamiento de identidades latinoamericanas.
Ejemplo real: Bad Bunny ha sido atacado por sectores conservadores, pero también ha sido celebrado por romper estereotipos de género y llevar el reguetón a nuevos terrenos.
2. Música banda y grupera
En México, muchas personas la aman por su arraigo popular, pero también hay sectores urbanos que la consideran “naca” o de mal gusto. Este prejuicio tiene componentes de clasismo y centralismo cultural.
Ejemplo real: La Banda MS y Julion Álvarez llenan estadios, pero siguen sin sonar en ciertos medios “mainstream”.
3. Trap y drill
Criticados por su violencia lírica y estética oscura, también son el altavoz de realidades sociales crudas y marginales. Para muchos jóvenes, son una forma de catarsis y afirmación.
Ejemplo real: El argentino Duki ha pasado de ser criticado por “mala influencia” a llenar estadios y colaborar con artistas de talla internacional.
4. Heavy metal y sus derivados
Algunos lo consideran “ruido”, pero para otros es una expresión artística compleja con alto nivel técnico y emocional. El metal tiene una comunidad global fiel y muy reflexiva.
Ejemplo real: Bandas como Iron Maiden o Tool tienen seguidores apasionados y letras que abordan temas filosóficos, históricos o existenciales.
5. Pop comercial
También muy criticado por su supuesta “falta de profundidad” o por ser “prefabricado”, el pop también es el género que conecta emocionalmente a millones de personas y se reinventa constantemente.
Ejemplo real: Taylor Swift ha pasado de ser vista como un producto comercial a ser reconocida como una gran letrista de su generación.
Cómo acercarte a un género que no te gusta
Si bien no tienes que amar todos los estilos, abrirte a otros géneros puede enriquecer tu sensibilidad y comprensión musical.
- Investiga su historia: entender dónde nació y por qué ayuda a cambiar la percepción.
- Escucha con mente abierta: elige canciones representativas del género, no solo los “hits” más repetidos.
- Habla con fans reales: escucha por qué les gusta, qué les hace sentir o recordar.
- Busca colaboraciones o fusiones: a veces entrar por un artista “puente” ayuda a conectar.
El valor de la diversidad musical
Cada estilo tiene su razón de ser y representa experiencias humanas distintas. Lo que para uno es ruido, para otro es consuelo. Lo que para unos es simple, para otros es fiesta, identidad o resistencia.
En vez de cancelar o despreciar un género, podemos preguntarnos: ¿qué me molesta realmente de esta música? ¿Qué estereotipos estoy repitiendo? Esa introspección también es parte de ser un oyente consciente.
Conclusión: lo que odias también puede enseñarte
No se trata de que te guste todo, sino de reconocer que cada género tiene un valor y un público. La música no está hecha solo para ti, sino para miles de realidades distintas. Y eso es precisamente lo hermoso. Al abrir los oídos, también abrimos el corazón.